Sentía un gran vacío

Recientemente mientras preparaba un “en vivo” sobre cómo superar la muerte de un ser querido, basándome en mi experiencia con la muerte de mi hijo Bruno Alejandro, (da click 👉🏻 aquí 👈🏻, si quieres ver el live completo), pensé que era importante para la audiencia, entender por qué sufrimos tanto ante la pérdida de un ser querido. Así que reflexionando sobre aquel momento que viví, recordé que lo que más me dolió fue perder la relación que tenía con él, con mi hijo… que había dejado de ser su mamá, y eso me hacía sentir inútil, poca cosa, sin valor. Sentía un gran vacío.

¿Qué significa cuando una persona se siente vacía o siente un gran vacío?


El sentimiento de vacío (también llamado a veces vacío existencial) es una pérdida de la motivación y del interés por lo que acontece, igualmente puede ser la sensación de “no tener nada dentro”. Es un sentimiento negativo asociado frecuentemente al sufrimiento y al conflicto.

Con ese recuerdo tan vívido, me pareció interesante analizar otro tipo de situaciones «de pérdida» que me habían ocurrido a lo largo de mi vida, como mis trabajos o mis parejas… y luego del recorrido mental, desde las más “sencillas” hasta las más “importantes”, me di cuenta que el resultado siempre fue el mismo.  Todas las pérdidas afectaban, en menor o mayor grado, el concepto que tenía de mi en cada uno de esos momentos… recordé todos los pensamientos que expresé, en todas esas situaciones: “no soy suficiente”, “soy poca cosa”, “no soy reconocida”, “no soy digna de amor”, etc.

Caí en cuenta que me había acostumbrado a encasillarme, a etiquetarme. Pensaba que SOMOS lo que HACEMOS (profesión o roles), entonces cuando perdía trabajos, relaciones, oportunidades, etc., mi vida se llenaba de un vacío enorme… lo veía normal y lógico pensar y sentir que YO, NO ERA NADIE. 

Cada vez que he tratado de responder a la pregunta ¿Quién soy?, mi respuesta iba en función de lo que hacía o del rol que tenía, algo más o menos así: “Soy esposa de Roberto, mamá de Bruno Alejandro (mientras estaba vivo), gerente de XXXX (el nombre de la empresa de turno), hija de Bruno y Betty, hermanda de Betty y Stephanie, amiga de … (los que saben que lo son, por favor inclúyanse)”, etc.

Analicé mis propias respuestas y me quedé pasmada.  Había estado equivocada todo ese tiempo, entendí qué es lo que había causado todo mi sufrimiento… cada pérdida que he atravesado en mi vida:  personal, amorosa, profesional, etc. lo veía como una razón del deterioro de mi valor, de quien era… era como un pedazo de mi que perdía y por eso sentía esa sensación de quedarme vacía… y es que me veía fragmentada, disminuida, herida, pequeña.  NO hay forma que una persona crea o confíe en sí misma, si parte de un concepto equivocado sobre quién es, sobre su valía. 

¿Quién soy?

Hoy sé, que YO NO SOY las decisiones que tomo, sean simples o controversiales, como continuar o no con un embarazo, tampoco son las acciones que hago, sean rutinarias o excepcionales, como emigrar a otro país. También sé que no SOY las relaciones que he tenido ni en lo que me he convertirdo, por ejemplo en esposa o amante… Y aunque lo parezca, sé que tampoco soy lo que estudié, ni el título que obtuve. No soy tampoco lo que la gente piensa de mí, o incluso yo mismo: gorda, baja, cobarde, inteligente, responsable, puntual, porque esto no es más que una mera comparación de mi hacia algún estándar o ideal en la cabeza de alguien.

Uffffffff! Vivir así ha sido agotador! Con esta nueva mirada de coach, puedo ver que he venido persiguiendo mi valor en las opiniones o críticas de las otras personas, he buscado aprobación a cambio de callar mi propia voz, he buscado amor en mis parejas, y cariño en mis amigos… haciendo cosas que no se sintieron bien. Revisé todas las veces que di como ciertas pensamientos de otros, sin ni siquiera cuestionarlos… y saben por qué? porque me fabriqué un sistema de creencias basado en “el qué dirán”, “lo socialmente correcto”, “la religión católica”, “como debía ser como mujer”, “como somos los latinos”, “como debía ser a los 20, 30, 40… ”, “lo que tenía o no que vestir”, “lo que debía pensar sobre el dinero, el éxito, el fracaso, etc”, «lo que tenía que estudiar o no, por mi condición de mujer», etc. etc. etc. UFF!

¿De dónde vino todo esto? Este sistema de creencias me fue entregado por mis padres (y ellos lo recibieron de los suyos, y así  «saecula saeculorum*»), mis parejas, mis profesores, mis amigos, por todas las personas a las que califiqué de autoridad hacia mí, pero acá viene lo más importante… el cual YO decidí aceptar (inconsciente o conscientemente) como válido y funcional para mi vida. He “vivido” mi vida, interpretándola, a través de ese sistema de creencias. Solo había estado reaccionando , y había pensado que mi vida era la consecuencia de jugar a la ruleta. Hoy sé que eso es todo lo contrario… mi vida es consecuencia directa de lo que CREO (creo de CREAR, todo lo que creo de CREER).   *Por los siglos de los siglos 

Lo que YO SOY, mi esencia, así como la tuya, es inmutable, es única, es eterna.  Es esa fuerza que me acompaña desde el día que nací, y que ignoré todo ese tiempo. Es mi fuerza motora, es lo que me hace SER feliz aunque el mundo luzca como un lugar rudo o inseguro… Eso NUNCA estuvo «afuera», nunca lo encontré en la relación que mantuve con mis padres, hermanos, parejas, trabajos, amigos, ni en el éxito, ni el dinero. Ni siquiera en mi propio hijo.  Busqué “afuera” lo que solo podía encontrar “dentro”.

YO SOY una persona que tiene el poder de CREAR infinitas posibilidades para mí, porque aprendí que solo aquello que ATRAIGO es exactamente lo que se MANIFIESTA en mi vida, y que AGRADECER es lo que me mantiene conectado a este poder. 

Este poder que viene del mismísimo Dios (acá tú ponle el nombre que quieras), pero no ese que se ve en las iglesias, o en las religiones… Es la misma fuerza que hace que este Universo “funcione” … que hace que el sol aparezca día tras día, como una oportunidad para reconocerte.  

Puedo entender cómo se sentía un gran vacío

Puedo entender lo que se siente no ser reconocido/a o valorado/a, y esperar que alguien más lo haga en vez de hacerlo yo misma. 

Puedo entender lo que se siente compararse con alguien, y esperar ser mejor que otro, cuando el enfoque es buscar una mejor versión de ti misma. 

Puedo entender lo que se siente estar en una relación tóxica o abusiva, y esperar que el otro te haga feliz en vez de buscarlo en tu interior. 

Puedo entender lo que se siente buscar encajar en un grupo (familiar, social, laboral), para sentir que “perteneces” y luego culparlos por todo lo que has decido hacer por estar allí.

Yo estuve allí, y me permití reconocerlo, con amor y auto compasión, sin juicios, solo observé y decidí no volver a darle el poder a ninguna persona, situación, trabajo, o cosa, que pueda alterar quien verdaderamente soy.

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¿Por qué escribí este artículo?

Desde hace más de un año, empecé a crear contenido en mis redes sociales, sobre temas relacionados con crecimiento personal y profesional, así como liderazgo y habilidades blandas, de modo que sirvan de base para ayudarte a transitar tu proceso de transformación. Si bien mi contenido está basado en mi experiencia profesional y mi nueva faceta como Life, Executive & Teams Coach, sentía que a ese contenido le faltaba algo, o más bien un hilo conductor.

Este es el hilo conductor que me permite entregar este mensaje que tengo para ti, que quiero compartir contigo, que quiero que hagas tuyo, el momento que estés dispuesto a embarcarte en tu propio viaje, cuando permitas liberarte del sufrimiento y convertirte en el héroe de tu propia historia.

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