La vida es un conjunto de historias entrelazadas, algunas escritas en el pasado y otras que aún estamos escribiendo en el presente. Cada uno de nosotros es el autor de su propia narrativa, y aunque a veces nos enfrentamos a giros inesperados y capítulos difíciles, la clave está en cómo elegimos reescribir esas historias para encontrar nuestro propio final feliz. Hoy soy una convencida que es posible Ser Feliz, reescribiendo mis historias.
En mi experiencia, he descubierto el poder transformador de reescribir mis propias historias, no se trata simplemente de cambiar eventos pasados, sino de cambiar la perspectiva desde la cual los percibimos, y para mí una de las herramientas fundamentales que me ha ayudado en este proceso, ha sido preguntarme a mí misma: ¿por qué pasa lo que pasa? y ¿para qué pasa lo que pasa?
Tengo que reconocerlo que no me hubiera embarcado en este viaje introspectivo, si no me hubiera dado cuenta que me convertí en una mujer complaciente, lo que significaba que buscaba desesperadamente la aceptación y reconocimiento de mi entorno, y por consecuencia, que yo no era la persona más importante en mi vida.
Cuando descubrí que las respuestas a estas preguntas revelaban no solo los motivos detrás de mis reacciones, ante las situaciones que me ocurrían, así como el sufrimiento que me causaban, me di cuenta que eran la clave para liberarme de patrones negativos arraigados en mi vida.
Pero, para reescribir tus historias, primero debes investigarlas ¿Cómo? Identificando los momentos en los que mi falta de amor propio se manifestaban en emociones negativas como culpa, miedo, angustia y tristeza. La clave no era ignorar esas emociones, sino abrazarlas como señales de alerta para investigar más profundamente.
Cada reacción negativa se convirtió en una oportunidad para explorar mi propio por qué y para qué. ¿Por qué me sentía de cierta manera? ¿Para qué estaba experimentando estas emociones?
Empecé a comprender que mis luchas se debían a mi falta de amor propio y mi constante búsqueda de validación externa. La conexión entre mi necesidad de complacer y mi percepción de mi propio valor, se volvió cada vez más evidente.
Si no era valiosa para mi entorno, me decía a mí misma que no valía nada y ese patrón de pensamiento limitante estaba impidiendo mi verdadero crecimiento y felicidad. Por eso decidí dejar de ser una víctima de las circunstancias, y decidí elegir ser feliz, ya sea buscando un nuevo final a mis historias del pasado o cambiando el significado de las situaciones que me ocurren, día a día.
Y es que reescribir mis historias, no se trata de negar la realidad o inventar un pasado diferente, sino de cambiar la lente a través de la cual veía mi vida, así que cada día se convierte en una oportunidad para agradecer por estar en el momento presente y alejarme del hábito de complacer a los demás a expensas de mi propio bienestar.
Esta herramienta se convirtió en un aliado en mi proceso de transformación, y todavía me acompaña. Cada experiencia, ya sea del pasado o del presente, representan oportunidades para sanar mis heridas, esas que empezaron cuando era tan solo una niña de 5 años que creyó que su papá la rechazaba y no la amaba.
Con cada una de mis historias, me marcan una especie de camino… me llevan a encontrar una especie de receta para la felicidad.
Este camino de reescribir historias no es un proceso fácil ni lineal, he requerido de valentía para enfrentar mi propia verdad, muchas veces me cuesta verla y aceptarla, pero cuando recuerdo el compromiso de elegirme, una y otra vez, de primera, es eso justo lo que me da la fuerza y voluntad para continuar caminándolo.
La práctica constante de investigar mis historias y reescribirlas me ha ayudado a vivir mi presente y ser feliz, independientemente de la realidad que atraviese. Solo al elegir quién quiero ser en esta situación, puedo darle a mi historia el único significado posible para llegar a serlo.
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